Nuestra Mística 

Hay tradiciones que se transmiten de generación en generación y que se van incorporando al ADN de las personas. Y nuestra mística es una de esas tradiciones que no están escritas en ningún libro pero que están profundamente enraizadas en cada una de las personas que son y han sido parte de nuestra compañía. 

Desde nuestros inicios James Cain nos inculcó dos grandes valores: el aprecio por el ser humano y la necesidad de siempre dar lo mejor de nosotros. No sólo a nivel profesional, sino también, a nivel personal. 

Valores que para él no eran negociables. Valores que nos hicieron entender que antes que trabajadores tenemos personas. Seres humanos a los cuales darles todas las herramientas necesarias para que puedan desarrollarse integralmente y así, disfrutar plenamente lo que hacen. Y en un ambiente de confianza y buena comunicación estas habilidades se potencian. 

Y nuestra visión se puede reducir simplemente a:

Si no disfrutas lo que haces no lo vas a hacer bien. No lo vas a hacer con ganas y pasión, y por consiguiente, no lo vas a hacer consistentemente bien siempre.

Y el retarnos todos los días a mejorar termina siendo el resultado de esta filosofía. Simplemente porque a ninguno de los que trabajamos en J Cain nos gusta el Status Quo. No hace parte de nosotros el conformismo. Ni como personas, ni como organización, ni como grupo.

No podemos pasar por alto algo que sabemos que se puede optimizar. O algo que se puede mejorar. Buscando para ellos los recursos físicos y tecnológicos adecuados para hacerlo. Cada uno de nosotros no busca cumplir, busca la excelencia, busca satisfacer las necesidades de nuestros clientes.  Sentir que cumplimos con alto nivel de eficiencia y calidad es lo que más satisfacción nos da.

Nuestro ADN no se lee. Se vive.

Y aún hoy, cuando laboran directa o indirectamente más de 1500 personas en la compañía, esos dos valores: el aprecio por el ser humano y la necesidad de siempre dar lo mejor de nosotros, siguen siendo la piedra angular de nuestra mística.